Eran alrededor de las tres de la tarde. Busqué un taburete y me senté. El camarero se acercó. Un tipo de aspecto solitario. No tenía párpados. Tenía unas crucecitas verdes pintadas en las uñas. Sería un chiflado. No había forma de evitarlos. La inmensa mayoría de la gente estaba loca. Y los que no estaban locos estaban furiosos. Y los que no estaban locos ni furiosos eran idiotas.
Alloriaste, pues todas las chicas guapas estan alloriás
ResponderEliminarespectacular.
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