Tuve de pronto la visión de ella, como un ángel ardiente y tembloroso y terrible que palpitaba hacia mí a través de la carretera, acercándose como una nube, a enorme velocidad, persiguiéndome por la pradera como el Mensajero de la Muerte y echándose sobre mí. Vi su cara extendiéndose sobre las llanuras, un rostro que expresaba una determinación férrea, loca, y los ojos soltando chispas; vi sus alas; vi su destartalado coche soltando chispas y llamas por todas partes; vi el sendero abrasado que dejaba a su paso; hasta la vi abriéndose paso a través de los sembrados, las ciudades, derribando puentes, secando ríos. Era como la ira dirigiéndose hacia el Oeste. Comprendí que había enloquecido una vez más. Era el gran cataclismo.
A su espalda humeaban achicharradas las ruinas.
Paso poco por aquí, pero así presta más ver un montón de entradas seguidas que parecen escenas de una película que espero que dirijas pronto
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