sábado, 31 de enero de 2015

pulp

harry callahan



Vosotras que enloquecéis con la música, que reís con la cabeza hacia atrás, bien alto, con enormes carcajadas, que os cortáis el pelo cuando todo va mal, que os ponéis guapas cuando todo va bien, que leéis todo lo que puede doler arriba, que os ensañáis en avanzar, en no quedaros nunca estancadas, en nadar hacia adelante, en hacer pozos lo más profundo que podáis, que os mancháis de continuo, que os sacáis los mocos, y que vomitáis todo lo que os sienta mal, porque no lo queréis tener dentro. A vosotras que os gusta ir por las líneas torcidas. 
A vosotras, os escribo siempre.

viernes, 30 de enero de 2015

balinesa

lina scheynius



Nos conocimos en un aeropuerto. Era una transbordo de pocas horas. Hacía mucho calor y la humedad era casi insoportable. Pasaron muchos meses hasta que nos volvimos a hablar, de una isla a otra. Lo gris y efímero de las maletas, de lo que transcurre, de la gente somnolienta, de la ropa cómoda, de palabras sueltas en otros idiomas. Todo quedó atrás. Exactamente dos meses y cuatro días después, nos volvimos a encontrar. En un punto intermedio entre el Trópico de Cáncer y la Primavera Negra. Buceamos en los mares tropicales, y volamos con los libros que leíamos en la distancia. 

jueves, 29 de enero de 2015

gnossienne





La completa catársis del catacrá del proyector de cine te eriza la piel, y te recorre un gélido escalofrío que te deja temblando de calor. Te estoy grabando en planos sueltos. Partes de tu cuerpo, como partes de un todo. Partes de una película que jamás verán la luz del cajón al abrirse. Cuando pasen muchos muchos muchísimos años, alguien desvalijará esta casa, en un desahucio del tiempo, y encontrarán millones de cintas que te grabé cuando no te dabas ni cuenta, cuando respirabas fuerte, cuando soñabas oscuridad, cuando amanecías legañas, cuando sorbías el agua de la noche anterior, cuando abrías el grifo que ya no existirá, cuando pintabas una puerta de madera, cuando me arreglabas la bicicleta, y ya no rechinó más, cuando gritabas en medio de la nada, y luego la película acaba en un negro infinito, un fundido eterno, en el que no hay más créditos que el eco de tu risa.




miércoles, 28 de enero de 2015

L.S.D

Gary Winogrand



ponte lo primero que pilles
bebe el aire de hoy
escucha thee milkshakes
escribe un manifiesto cada día
desayuna la cena
exprime el corazón
fúmate lo malo
drógate de su sonrisa
ponte un sombrero
ámalo todo
ódialo todo
camina hasta cansarte
no te canses nunca
no bosteces
jamás bosteces
HAZ

martes, 27 de enero de 2015

mientras vivimos



Una de las cosas que aprendí cuando empecé a obsesionarme con las fotos de Stephen Shore es que mientras vivimos, las cosas ocurren a nuestro alrededor. Continuamente. Las cosas fluyen, y tus gustos cambian, y tu boca fluye, y mi sonrisa se dilata, y una burbuja explota en aquella esquina, y el sol sale a veces, y el cigarro se despide, y el café quema, y tu mirada, tus ojos que siempre brillan, esa luz que entra por la ventana justo en ese momento, lo feo que se queda atrapado en las cafeterías de Madrid, la señora que se sienta enfrente de las naranjas, un ejecutivo triste, una anciana fea, una chica con granos, un niño con el pelo lleno de gominolas.
Por eso le hice una foto a ese perrito caliente que te pediste, a horas raras de la mañana, reseco, hecho sin amor alguno porque a ese camarero no le quedaba más amor que exprimir. Un perrito caliente atravesado en su plástica erguidez por un sable amarillo fosforito. Tu café, frío, te espera al otro lado con un suspiro y una cuchara como único arma. Cogiste el bote de ketchup, que descansaba en ese halo de luz de la mañana de sol con frío, y justo en ese momento apreté el botón que te atrapó el alma detrás de esa cristalera, sucia y horrible, pero que hace este momento maravilloso.

twin fuckin peaks



arde la habitación roja la alfombra roja el sofá rojo
quitar botón a botón. lentamente.
el mar tiene tanta fuerza que destroza el paseo.
desvanécete entre el humo de tu propio cigarro.
pero no dejes de mirar.
las motas de polvo flotan a través de la luz roja.

domingo, 25 de enero de 2015

el arder



El momento del chasquido del mechero se cayó por las escaleras de aquella habitación tan pequeña. Nos encerramos allí durante infinitas sonrisas y cuatro cafés con patatas de bolsa. Fuera, en el mundo real, hacía frío. Hacía muchísimo frío. Hacía tanto frío que ni siquiera nos dimos cuenta de que el reloj se había congelado. tic tac Nosotros nos enamoramos mil veces del mar, y ellos jamás se dieron cuenta. El mechero prendió la mecha en la que tú insistías y yo también. El cigarrillo se consumió solo, frío, allí, que ardía. Tu mirada se deshizo, tu sonrisa gritó. Y yo te observaba mientras dormías, y tú soñabas algo en algún sitio a kilómetros de aquí. Y mi cigarrillo se consumía, también entre olor a café y arrugas de edredón, pero tú estabas entre lo ausente de tu sueño, y lo presente de tu cuerpo. Estabas en un limbo del que solo se escapa por la mañana, cuando se sale a lo Cavestany, a lo feo. Seguí observándote con el frío golpeando la ventana, ahora débil, y sudando vaho. No quiero que te marches, ¿me coges de la mano? Y justo cuando te encendiste aquel cigarro ya gastado de reírtelo, te puse una canción de esas que suenan todo el rato, y de un tipo con tupé y que suena en las radio fórmulas, pero que de repente tenía todo el sentido del mundo. Y dentro de lo banal, de lo mundano de aquél espacio pequeño, de trenes que van hacia atrás, de pasar hambre pero al mismo tiempo estar lleno todo el rato, de consumir la risa del Cajón Universal, de una cama en el Cielo, de un Infierno muy poco malo. ¿Ardes? Quédate conmigo.



sábado, 24 de enero de 2015

llévame a la iglesia




Les miré desde la cristalera de la cafetería. ¿Aburridos? Esa no es la palabra, de eso estoy segura. Ella se sentó delante de las naranjas, él con una cerveza, enfrente del logo de Martini, aire distante, de pie. Ella sentada. Su café, frío (seguro). Me agobia mucho la gente que entra en sitios y no se quita el abrigo. A veces se tiene tanto frío dentro, que es imposible quitarlo. Y no es juzgar, es observar. Nada más. Muchas veces yo tengo dentro todo el frío del Mundo, y seguro que alguien escribe algo acerca de la tristeza. La Tristeza. O no. Nunca lo sabré. Siempre hay alguien al otro lado.
Ellos no tenían al camarero al otro lado de la barra. Cavestany les observaba desde su lupa de lo sucio. El suicidio de la sonrisa en ese café frío. llévame a la iglesia.
A veces todo queda tan atrás que ya no te acuerdas. Ya no te acuerdas de nada. Y todo es feo. Y no hay vuelta atrás. En realidad sí. Pero qué rollo.  La cafetería era de los años cuarenta, de lo metálico, de lo feo, de los baños incómodos, del miedo en el corazón y la sonrisa en la cocina. Las Iglesias eran tan frías como esa cafetería. Las gafas de carey se amontonaban en los ceniceros. No quiero ver más películas de Russ Meyer y fumar más Gauloises. amén. Los abrigos de plumas no albergarán jamás tanto frío dentro. Las mañanas de edredón aireándose, y olor a café frío. Siempre a café frío. El poso es muy denso. Imposible de borrar.
Todo esto son suposiciones. llévame a la iglesia.

lunes, 19 de enero de 2015

lo sagrado



empezó a girar el vinilo y el ruido del frufrú lleno todo y luego la canción, aquella canción en la que gritaban antiguo y se deshacían en decir love y soul y real y heaven todo el rato. y la canción llegó hasta el techo que se desconchaba por momentos, y yo me deshacía, también por momentos, y las sombras de tu espalda, esa textura infinita que hacía que la tierra temblara. las sombras de tu espalda.
si hoy es lunes, esto tiene que ser el Cielo.

viernes, 16 de enero de 2015

el hombre dislocado

jerome liebling




Quizás el pan sepa a poco, hay días que sabe increíblemente bien, otros que sabe a plástico, a chimenea, a seriedad por las mañanas, a cigarrillos apagados en la puerta de la fábrica, a quemadura de una vida demasiado gris. Pero este trozo de pan es todo lo que tengo, y es imposible odiarlo. Al contrario, lo quiero más que nunca. 

jueves, 15 de enero de 2015

te quiero, voy a volar tu escuela

ken heyman



Esta tarde de invierno tenía mucha más ansiedad de lo normal. Fumaba, escuchaba mogwai sin parar, fumaba una vez más y me leía todos los libros de contracultura que encontré debajo de la cama, y fumaba. 

miércoles, 14 de enero de 2015

marine girls

lina scheynius




La verdad es que solo quise zambullirme en la saliva de tu sonrisa. Era lo único en lo que me apetecía bucear en ese momento, a las tardías cuatro y seis minutos de la tarde, una tarde que se eternizaba entre vinilos, cigarrillos de vainilla, y piscinas profundas. Me sequé la libido del bañador, avancé tres decilitros de cloro, y te amé, te amé, te amé, te amé, te amé tantísimo que te dolía te dolía y te dormiste con el sonido de las cigarras de rancho de Texas, el calor que sudaba tu hombro.



martes, 13 de enero de 2015

nuit blanche

helena kvarnstrom


Llévame al edificio más feo del Norte, en el Norte. Lo más al Norte posible. Rozando el mar y los muslos. Revuélveme el pelo y tócame la nuca. ¿Ves aquel edificio horrible de hormigón? Entremos. El aire entra por los quicios de la puerta, y las ventanas chillan de dolor. El suelo cruje con cada sonrisa. Te rascas el brazo, y cae gotelé del techo. El colchón y las chinches y los moratones de golpearte contra las indecisiones y la nariz que te pica y la sábana que está manchada de placer. Y todo resbalaba por el edificio de hormigón
Y solo entonces, cuando se alienaron los ovnis, con la puesta de sol, y con las estrellas que me enseñas todas las noches; solo entonces, cuando respiramos el aire encarcelado en esa habitación, solo entonces, cuando te amé en fractales; en ese momento, que era una hora con decimales, fuimos libres.





lunes, 12 de enero de 2015

bang bang!

lina scheynius



¿No te acuerdas? Sí, jolín. Fue cuando la música empezó a subir de volumen, todos estaban demasiado ciegos en aquella habitación. Y yo te miraba desde aquella esquina del salón, apoyada en la pared, con un cigarrillo suelto y ladeado entre los labios y los ojos entrecerrados, y de repente parecía una peli de Dolan, me aparecías en cámara lenta, y a foco, con el fondo del resto de la gente desenfocado. 
Una luz te iluminaba mágicamente, no sé de dónde salía. Yo creo que pusieron un flexo ahí solo para ti. Ahí estabas. Te reías, te tocabas la barba mientras me mirabas furtivamente, fumabas y el halo de humo te envolvía y me volvías a mirar mientras hablabas con x y z. Me ardían las mejillas y las ganas. bang bang! Ahí me tenías. Dilatadas mis pupilas y ardiéndome las orejas. 



domingo, 11 de enero de 2015

todo el mundo tiene algo que esconder (excepto yo y mi mono)

alec soth


Y ahí estábamos. Comiéndonos las verdades a puñados, y escuchando a los Feelies. Desahogamos inseguridades sobre el colchón, y se convirtieron en explosiones de terciopelo. Me regalaste seis besos por cada cigarro que te colocaba en la oreja. ¿Y después? La derrota del escalofrío.

sábado, 10 de enero de 2015

jóvenes violentos

jacques henry lartigue


Ayer de madrugada, me puse a observar a la poca gente que vi desde la ventana de la cocina. Estaba un poco de bajona, y observé. Apoyé la frente contra el cristal, sentí el frío del invierno en la mente. Es un frío que a veces me invade, cada vez es menos frecuente, pero es como un virus que te traga de vez en cuando, cuando menos lo necesitas. No sé si es el frío del invierno, el frío del Norte, mi frío o el frío de los jóvenes violentos. Es curioso cuando creen que tras una voz que muchas veces no se oye se esconda una ira que a veces me sorprenda. Lo que ocurrió en ese momento, en ese instante de la noche en el que pasas el umbral del sueño, y a veces de la cordura, fue que me di cuenta de varias cosas. 
Una de ellas fue cuando vi a un paisano que caminaba haciendo zetas por la calle, desde mi posición, a vista de pájaro, y que iba dirección La Calzada. Señor medio, hetero oficial, blanco y obrero de fichar. Una gran cocida. Casa. Señora y cama. Y pijama gastado. ¿Y yo? En casa. Sin trabajo, por más que busco. ¿Hacia dónde va todo esto? No lo sé. Al final, te aferras a la utopía, a la revolución, a la pasión, y no quieres más que huir, y por eso escribo tanto acerca de irme, de irnos, de ti, de tus ojos, de coger un coche y marchar. Otra de las cosas de las que me di cuenta, fue mirándome en el reflejo del cristal de la ventana. A un lado del cristal, el chocolate en una taza y yo en camiseta. Al otro lado, la noche, gélida, e imposible de amar, porque nunca acabas de conocerla del todo. Y si no conoces algo, es imposible amarlo de verdad. Hasta sudar.
La gente bebe para evitarse. Y eso es muy jodido.



viernes, 9 de enero de 2015

nada es sagrado, todo se puede decir

paul mcdonough



os miro desde aquí atrás. no me veis. hace calor. quitáos la arena del tobillo, y la sal de la mirada. nos vamos. tan lejos que nadie se acordará de que algún día estuvimos aquí. y sabes qué? tengo ganas. muero de ganas de desaparecer. pero no desaparecer en el sentido literal. tengo ganas - muchísimas ganas - de llenar de bombillas la mochila y coger un punto aleatorio en el mapa, cerrar muy fuerte los ojos, de esto que duele, ver la oscuridad roja, y apretar con el dedo un lugar en el mapa, en el papel, sin saberlo. abrir los ojos, y salga lo que salga, sonreir. haré un cafetín, pensaré en todo lo que dejo aquí, fumaré un cigarrillo en la esquina donde ahora mismo da el sol. me pondré música de grimes de fondo. me rascaré el brazo porque hace días que me duele. cogeré el libro que hoy me dio el señor que me cae mal de la biblioteca. y nada. cojo la maleta y nos encontramos.
ahora mismo estoy detrás de vosotros. hace calor. creo que ya lo dije. todo por delante.

jueves, 8 de enero de 2015

la sociedad del espectáculo

garry winogrand


Quartier Latin, 1934. Las celebraciones aún recientes de mi derrota asediaron el barrio. La sonrisa aun fresca de los vencedores bañaban las callejuelas malolientes, el confeti ya sucio y pisado mil veces por vosotros hacía de perfecta alfombra. Aún se suspendían en el aire las serpentinas de mi Caída. La plaga de señores grises con gabardina que huele a cerrado, sombreros con ala ancha, y su maldita virilidad encerrada en unos pantalones demasiado gastados (pero eh, siempre elegantes a la antigua) inundaba el Barrio. Ellas, en casa, no fuera a ser que se lo pasaran bien celebrando mi descenso a los infiernos de la sociedad. Una sociedad, y un espectáculo. El espectáculo es siempre el mismo, pero las obras de teatro van cambiando. Piensa en tí como infinito. Ellos pensarán lo contrario, pero ganarás siempre. Poco importa que en realidad seamos efímeros. 

miércoles, 7 de enero de 2015

ojos turbios.


william eggleston


Acompáñame a aquella tienda. Compremos una bolsa de nueces y una botella de vino. Arranco el coche. Enciendo un cigarrillo. Hace frío y sol. Toso. Me aparto el pelo de la cara. Me sueno los mocos. Tiro el libro de los Apaches en el asiento trasero. Hay una luz increíble para desaparecer. Tus ojos turbios me mataron hace tiempo.


martes, 6 de enero de 2015

la humedad

jacques henri lartigue


Sin embargo, empezó a sonar oh! sweet nothing de la Velvet y todo cambió.  Me habías dejado exhausta, cansada, jodidamente perdida en un mar de nervios y asfixiándome en el placer. Era como cuando en esta foto de Lartigue que te enseñé en una plaza de Sillämae, Ellas descansan encima de una barca de la Riviera Francesa, hartas del agua pero al mismo tiempo amando cada húmeda caricia. Esa misma sensación de calma tras la tormenta, de una contracción que nunca llega después de la dilatación, una dilatación eterna. Ellas disfrutan del calor del cuerpo de la Otra, la que yace debajo, o arriba, o a un lado. Una orgía del tacto. Que te mece, como la barca que aún olía a pintura. 
Seguía sonando la Velvet. Y allí me quedé, tumbada en la cama, en un homenaje mental a un día perfecto y a un techo que se abre con un bebé gateando hacia mí, con una sonrisa trazada en la boca, los ojos achinados, como cuando acabas de llorar. Encendí un cigarrillo, y escuché el primer consumir, mientras aspiraba un halo de humo que me envolvió. Me retiré el flequillo hacia arriba, y seguí sonriendo. Miraba la lámpara. Un poco bauhaus. No sabía dónde estabas ahora mismo, quizás en el baño, o perdido en algún rincón de casa. Hay momentos que se viven sola, incluso cuando todo el mundo estalla. 



lunes, 5 de enero de 2015

öphia

garry winogrand


Pero daba igual estar hacinada en aquel vagón. Estaba enamorada. Y Etta James no dejaba de cantar i'd rather go blind.

domingo, 4 de enero de 2015

lo ambulante

william eggleston


Y sin embargo creías que no había más vida además de tu salón y tu tele y tus cosas de navidad puestas encima de una mesa adornada de navidad con comida de navidad y velas de navidad. Y la novedad fue que había gente gritando en la calle, y saliste a la vida, y te pediste un bocata de mala muerte en el primer puesto que encontraste y comiste fluir, bebiste del volcán de la realidad, y un niño te pisó, y una señora te maldijo cien veces, y diste otro bocado al pan del trabajo. Porque la vida, amiguín, es eso. Un volcán de cosas tiernas, y cosas feas, y cosas blandas, y cosas duras, y el fluir de la ternura y lo malo al mismo tiempo, y contradicciones, y dudas bañadas de falsa seguridad, gente con acné, películas de cavestany, señores sin tiempo, mujeres con joyas, señores con joyas, y mujeres con cicatrices. Moratones de la calle, heridas que no sangran, palabras malsonantes y cunas de bebés.
¿Te acabaste el bocata? Ahora escúpelo todo, y escríbeme algo nuevo, algo que me sorprenda. ¿Capaz? Te quiero.

Boxing Day en el Ceares











Gijón - 04 de Enero 2015


sábado, 3 de enero de 2015

brick de leche

thomas struth



Volcaste un torrente de leche en un bol, y sembraste cereales de hace dos meses por encima. Hoy no eran tropicales. Saliste a la calle con las legañas puestas, y una mala ostia que no merecía la pena para ser sábado. El hormigón asedió tus ojos. Estamos en la misma ciudad, ¿sabes? Es curioso porque estaré buscando tu mirada entre lo gris, entre lo aburrido. Y te invitaré a salir de aquí. 

viernes, 2 de enero de 2015

hueles a humedad

vivian maier



Sonaba una ronca voz femenina cantando una versión de house of the rising sun, siempre habías gritado esa canción a la almohada, cuando todo iba mal. Te encantaba el bajo. Y gritabas desgarrada, de la misma forma que amabas a ese chico con el pelo revuelto y una hoguera dentro de su pecho hundido. Te desgarras con su boca, te desgarras con tu ciudad, te desgarras el jersey viejo, te desgarras con la bicicleta que chirría. Te disfrazas cada día con tu mejor sonrisa, y la gente aplaude, y solo cuando baja el telón les mandas a la mierda. Cuenta hasta diez. Con los dedos que no sientes. Con los dedos de las dos manos. Seliquín. Pero con tiento. Estás al lado del mar. Los barcos están atracados perfectamente a tu derecha. Atracan un banco justo en el mismo momento en el que te colocas la boina de pana color verde, te alisas el faldón de ese bonito vestido que te regalaron por Pascua, el de quedar bien, cuentas hasta diez con las manos, nadie te ve. Vas por el quinto dedo. 50%. Te queda justo la mitad. Te queda justo la mitad de tu vida para echar a correr, huir, justo antes de que todo empiece a arder. Déjalo todo atrás. Y avanza. Huye. Nunca te pares. Que no te pille el fuego de la Ciudad. Ya lo llevas dentro, no hace falta que te invada un fuego negro que huele a humedad. No lo quieres.
Solo son restos de un incendio.

jueves, 1 de enero de 2015

en cualquier caso

garry winogrand


Cuando me desperté, seguía sonando la cinta de joy division que había puesto hacía unas horas en un cacharro de nueva tecnología alemana. Por lo visto, esta máquina era tan sublime que rebobinaba las cintas ella sola. Una maravilla. Pero una maravilla solo por poner bandas sonoras a mis noches de insomnio, mis noches de escribir, mis noches de cigarrillos encendidos en el cenicero hasta que se consumen por aburrimiento. Llevaba ya muchas noches de esas, y no quería continuar. Pero así era, y así lo quería en cierto modo.
Joy division sonaba entre interferencias de la cinta. Eran unas grabaciones que había encontrado en Internet, en una de esas noches de bucear en lo ajeno y encontrar cosas que te hacen creer más en la vida. Me gustaron muchísimo y las pasé a cinta de casete por hacer la tontería. Siempre fui muy fan de ian curtis y de su belleza destartalada y suicida. Alguna vez le amé en silencio.


salí a la calle sin ganas. entré en la cafetería más mugrienta que encontré. un café. y la vida pasaba detrás del cristal. yo tenía estricnina en el congelador, y a unos pocos metros, rompían un escaparate por San Valentín.

paso de cebra

stephen shore


Pero luego al final, la vida no es tanto, ¿no? No sé. Es todo una masa ingente de personas cruzando un puto paso de peatones. En realidad no es más. Misma mierda delante, y la misma detrás. A veces os veo como el tipo de el cielo sobre Berlín como una montaña de gente que camina a trompicones por las calles y piden perdón. Ni perdón ni gracias. Ahora mismo yo solo quiero ser esa tipa loca que se queda en el medio de la carretera. Solamente hay una mitad de probabilidades de que un coche me mande al otro barrio, y otra mitad de que pase a cero coma dos centímetros de mi cadera. No es para volverse loco. Tampoco hace falta comerse las uvas a las doce, no pasa nada. Si llevas boina, todo parece un poco más romántico. Y luego pues no sé, me ha dado por escribir ahora, a las cuatro de la mañana. Un zumo mal bebido me espera al otro lado de la mesa, hoy se me hace enorme esta mesa. Esta mañana amanecí con una novela nueva en el email y un corazón un poco más rojo aquí dentro. La verdad es que este corazón late, late, late, late, late, y todo a un ritmo muy de hacer el amor. Un ritmo al que apetece vivir. Qué tiene de malo vivir a xlatidos/seg. Me parece lo más orgánico, lo más lógico, lo más humano. Vivir a lo que tu corazón determina por segundo. Si Wim Wenders me estuviera vigilando en un plano cenital ya habría extendido su gigante mano y me apartaría la mano del teclado, estás escribiendo demasiadas tonterías P. - me diría. Pero en realidad, Wim Wenders puede seguir iluminando de verde sus películas, a mí ya me puede dejar en paz. Ya iluminaré yo las mías con tu mirada. Esa que penetra. De un color distinto cada día. Porque la chica de ayer nunca es la misma que ayer. Jamás lo será. De esa forma, tú tampoco eres el mismo de ayer. Y eso es increíble. Y creo que por eso escucho a las libélulas todos los días. Las escucho en la habitación. Escucho su zumbido dentro de mi oreja, como la hormiga de terciopelo azul
El insomnio continúa, ¿y tú? Me encantaría verte.