sábado, 5 de febrero de 2011

cámara lenta.





panda bear

2 comentarios:

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  2. 1.
    Con guitarra, sin guitarra, con un bolígrafo y un cuaderno, una tiza y una pared negra, el teclado fatigado del ordenador, los ojos fatigados por el humo y la falta de sueño; perdido, como recién despertado de una siesta que no ha llegado a tener lugar.
    Miro...

    Hay opciones. Ninguna es mala. Ninguna, de momento, parece óptima, plena.

    Tengo lápices de colores. He perdido mi reloj.

    Tengo una hoja, un té caliente, una pantalla en blanco. Un mar de cerveza a medianoche.

    2.
    Voy buscando cualquier hueco. Leyendo en diagonal, entre líneas. La vida es una lluvia oblicua... y aquí no hay un punto y aparte.
    Bailo. Me siento en el descansillo. Saco medio cuerpo por la ventana. Cuento con los dedos. Te doy la mano entera. Paseamos.

    — ¿Cuándo volveremos a vernos?

    3.
    Escribo con miedo reverencial al punto final y, de pronto, me doy cuenta: yo no creo en el punto final.
    Llegado el caso, cualquier cosa puede valerme. Será lo que tenga que ser.
    Escribo libre. Releo. Tengo miedo. Ya no releo. Me siento libre. No tengo miedo.

    Pero: sí.

    A lo que tengo miedo es...
    Lo que deseo es...

    La pérdida de uno mismo. El abandono.
    Abandonarse, perderse, encontrarse. En esa, esta canción. Y muchas otras. En algunas otras.
    En este texto. En el recuerdo.

    El recuerdo, el olvido; perderse, recobrarse. Ayer, anoche, hoy, mañana; la próxima vez.

    Ay.

    y 4.
    Tengo el costado abierto. Palpita, desprende calor.
    Se disparan las palabras. Mira más arriba.
    Abajo, aquí...
    Lates.

    http://youtu.be/Em8I6EnPtUY

    Hay momentos en que todo es tan bonito y está tan poco claro, que sólo puedo escribir y sentir como lates y desear y escuchar y perderme y escuchar una canción.
    Y querría encontrarte al final. El final viene antes, y luego el beso, y luego todo termina.

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crear unicornio analógico con cintas recicladas y girar con el boli

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