miércoles, 23 de marzo de 2011

Bombay.

Lina Scheynius


No pasa nada. Aunque llueva, cierra la ventana, y empieza a brillar el sol.
















***

"¡Basta de espiar por el ojo de la cerradura!. ¡Basta de masturbarse en la oscuridad!. ¡Basta de confesiones públicas!. ¡Qué salten las puertas de sus quicios!. Quiero un mundo en el que la vagina esté representado por un rudo y honesto tajo, un mundo que sienta por los huesos y los contornos, los crudos colores primarios; un mundo que sienta miedo y respeto por sus orígenes animales.
Estoy harto de ver vaginas coquetas, disfrazadas, deformadas, idealizadas. Vaginas con las puntas de los nervios al aire. No quiero ver a las muchachas vírgenes masturbándose. En el secreto de sus habitaciones, o comiéndose las uñas, o arrancándose el pelo o echadas durante todo un capítulo en una cama llena de migas de pan.
Quiero los palos funerarios de Madagascar, con un animal encima de otro y en la cúspide Adán y Eva con un rudo y honesto tajo entre las piernas. Quiero hermafroditas que sean verdaderos hermafroditas, y no falsarios que caminan con penes atrofiados y vaginas secas. Quiero una pureza clásica, donde la porquería sea porquería y los ángeles sean ángeles. 



(Primavera Negra, Henry Miller, 1936)

1 comentario:

  1. 1.

    Da vértigo poder seguir a quien quieres. Seguir a través de un archivo de huellas que, cuando llegas a él, es como si las hubiese ido dejando caminando hacia atrás. Como andando de espaldas, bailando al andar con los brazos cruzados, también por detrás, entre la espalda y el culo.
    Y anoche llovía, sí. Pero hoy no hace falta cerrar las ventanas, porque esta mañana amaneció despejado: ha salido el sol.

    Tú vas caminando, te veo. Vas hacia atrás desde el borde donde la arena se convierte en monte, donde hemos dejado las toallas; volviendo a entrar en el agua, de espaldas: tu pelo y tu piel mojadas se volverán a mojar.

    Estás preciosa.
    Querría recordar siempre este momento.

    El sol se cuela mientras retrocedes, viene directo y gira, alrededor de tu costado. Calienta y se pega a tus rincones más cálidos. Tu cuello, tu cintura... y ¡cómo brilla el sol en tus labios! Menos en esa marca de noche que tienes.
    Me deslumbras.

    Y bajas un momento la mirada. Y los dedos de los pies marcan en la arena las notas de una melodía perfecta.
    Vuelves a entrar en el mar: cuento tus huellas hacia atrás, me decido a ir corriendo, siguiéndolas; el agua me llega hasta los tobillos, hasta las rodillas, hasta la mitad de la cadera. Y sigo...

    No puedo aguantar más.

    Hoy. Ahora. Anoche...

    y 2.

    Anoche llovía.
    La casa que hemos alquilado es pequeña y es bonita, y está en el fin del mundo. La cocina es pequeña, el sofá-cama es pequeño y quizá demasiado blando. Las cortinas son feas, así que las dejamos descorridas todo el tiempo.

    El salón está justo en el centro del universo y, a la vez, al margen de todo. Aquí, ¿en verdad pasa el tiempo?
    Dejamos pasar el tiempo en el centro del universo, al margen de todo. Cada día que pasa somos una vida más jóvenes, más expertos.

    Anoche cerramos las ventanas, encendimos unas velas y, a media luz, con la luna lleva atravesando la lluvia espesa, nos pareció que todo estaba suficientemente iluminado.

    Sobre la mesa del salón se acumulaban todos los tesoros que trajimos a esta casa.

    De pronto lanzamos todo al suelo. Teníamos sed, teníamos hambre. Nos hacía falta esa mesa.

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crear unicornio analógico con cintas recicladas y girar con el boli

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