Nick DeWolf |
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Jonathan Leder |
La gran ironía radica en que los asesinatos se cometieron apenas dos años después del verano del amor, una semana antes de Woodstock, la celebración de todo lo que se suponía lo mejor de los años sesenta. Como si, en el momento de alcanzar la madurez, ya empezaran a abrirse los oscuros brotes de la decadencia. La psicodelia estaba a punto de desaparecer; el ácido ya lo mezclaban con anfetaminas para hacer un alucinógeno sintético llamado STP que provocaba paranoia; el speed y la heroína ya empezaban a diezmar Haight-Ashbury, y Hollywood se disponía a lanzarse por la autopista de la cocaína. (...) Puede que los asesinatos de Charles Manson fueran una señal, pero la mayoría la desoyó: todos estaban demasiado ocupados filmando, drogándose, follando y gastando dinero.
Moteros tranquilos, toros salvajes. Peter Biskind. 1998
hollywood babilonia
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