entramos en el bar. la puerta ni siquiera se molestó en rechinar. la ciudad estaba en ruinas. la dueña del bar nos ofreció desde su obsceno maquillaje sobre los ojos lo que le quedaba de cerveza. el suelo olía a lejía sucia. y ella. ella estaba allí. como siempre.
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crear unicornio analógico con cintas recicladas y girar con el boli
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