domingo, 17 de febrero de 2013

Shangri La



Aquellos días Méjico era sofocante. El olor de las frutas se mezclaba con los idiomas raros que se quedaban flotando en el aire salpicados por agua de piscina tibia de esa que nunca refresca yo solía sentarme en el borde de la piscina y miraba las hamacas vacías a esa hora los turistas del Norte se recluían en sus habitaciones con ventiladores de aspas  y cuarterones de madera en las ventanas medio abiertas y se dedicaban a ver los últimos programas de tv que se emitían en los últimos días del verano o a hacer el amor salvajemente mientras temblaba en la mesa el recipiente de agua con pomelo. mi ritual de las cuatro de la tarde era colocarme las gafas de sol de carey ver todo marrón clarito cerrar los ojos y dejarme consumir lentamente bajo el sol las perlas de luz que entraban por las pestañas la roja oscuridad mientras fumaba un cigarrillo mejicano escuchaba música a lo lejos de alguna fiesta cercana que se celebraba siempre bajo un toldo de rayas amarillas y blancas y tumbarme en el cálido hormigón del borde de la piscina metiendo siempre los pies en el agua hasta el tobillo y dejarme entrar en los sueños con el sonido de las gotitas del agua. el hotel se llamaba Shangri La. nunca he vuelto.






1 comentario:

crear unicornio analógico con cintas recicladas y girar con el boli

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