Mark Cohen |
La cocina aun olía a café recién hecho cuando ella llegó con el periódico en la mano, su bañador amarillo de verano y un enorme moratón en el brazo, consecuencia de un concierto demasiado salvaje del día anterior. El camino se le hizo muy largo, más que cualquier otro día, la valla blanca de madera de la casa se le antojó infinita, y pensó que nunca llegaría. Esa mañana hacía mucho calor, todas las noticias hablaban de la guerra fría, y llevaba puesta su camiseta de los grateful dead.
A Fleet Foxes les gusto.
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