miércoles, 18 de febrero de 2015

amores




Dejó todo atrás mientras encendía el cigarrillo. Le temblaban las manos. Ahora sí. Ahora ya podía abandonarse en su media hora de paseo diario hasta llegar a su casa. Ahora podía permitirse esa lágrima que reposaba a punto de caer, ahora podía dejar que su cigarro temblara entre los labios, reseco. Ahora podía caminar lento, incluso si quería, podía pararse en esa cafetería, la que tanto le gustaba, y pedirse un bollo de estos rellenos de mil cosas. Le dio la espalda a todo aquello, aquel mundo tóxico, que quería pero no, que le seducía pero no. Siempre había un pero, y una cara larga, y una discusión, y dos cepillos de dientes, y tres flores secas en la mesa. Hacía mucho que se habían secado. Ahora sí. Dobló la esquina, terminó el cigarrillo. Y lo pisó. Y siguió avanzando.



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