sábado, 7 de febrero de 2015

trilogía de Gijón. parte I

my little dead dick



Tomar un cafetín. Un cafetín en casa. Ven a casa, a las cinco de la tarde, que serán las cinco y media - nunca fuiste muy puntual - con un pastelín que compré en la tienda de la esquina. No sé si es el mal tiempo, o lo lúgubre de la luz hoy aquí cerca del puerto, pero no quiero hacer otra cosa que estar en casa, sentados encima del reloj, y viendo las horas pasar debajo de nosotros. Pongo un poco más de agua en la cafetera, y el viejo truco de la ecuación matemática de las cacetillas de café para que salga denso pero no demasiado, oscuro pero no negro, fuerte pero no de cuchillo, y rico. Siempre rico. Toda la casa huele a café, y solo se oyen las gaviotas. De repente este es mi momento favorito del día, pero sé que dentro de cinco minutos, ocurrirá otra fotografía temporal que sustituirá el momento anterior. Pusimos música electrónica del Norte en la habitación. El aire se puede tocar, se puede palpar como algodón, aquí, entre los espacios que hay entre nosotros, como una película de Gondry. Se está cómodo aquí. No te muevas. ¿Te traigo más café? Hoy no tengo ganas de salir de casa, dentro de poco es mi cumpleaños, y solo quiero seguir sonriendo. Cuéntame más cosas. No acabes nunca.





2 comentarios:

  1. Y te hablaré, te arrullaré entre distorsiones del espacio tiempo, rutas de la seda y redes profundas y oscuras. Y tu sonrisa será tan ancha que llenará mi boca, mi cara, mi alma.

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crear unicornio analógico con cintas recicladas y girar con el boli

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