martes, 17 de febrero de 2015

días helados

olga perevalova




El paisaje pasaba detrás del cristal del coche, se difuminaba con el cuenta kilómetros de la misma forma que consumes tu tristeza a la misma velocidad que tu cigarrillo. El frescor de la primera hora de la mañana, en la montaña, se quedaba suspendido en el aire. Todo se congelaba. Mirabas tu propia sombra en el rocío congelado de las siete de la mañana. Me cortas el pelo en el baño, estoy descalza y siento las baldosas, gélidas, pegadas a la planta del pie. Ayer lloré después de correrme, quizás porque pocas veces estuve tan feliz.



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